Podríamos haber llamado a este post «fomenta la autonomía de tus hijos», «cómo criar hijos resilientes«… pero nos hemos decidido por este título porque creemos que recoge la idea desde muy pronto, apenas cuando comienzan a dar sus primeros pasos.
¿Por qué decimos «no les levantes del suelo»? Lo hemos visto o lo hemos hecho mil veces: un bebé comienza a andar, un niño da sus primeras carreras y, cuando se caen, la madre, el padre o los abuelos corren a ayudarles a levantarse, le sacuden las rodillas, le cogen en brazos, limpian sus lágrimas… Adoramos a nuestros hijos y queremos ayudarles en todo, creemos que ser buenos padres consiste en estar disponibles para ellos incondicionalmente, para que todo les vaya bien y tengan la infancia más feliz. ¿Realmente es esto lo mejor para ellos?
Si pensamos en la generación de nuestros abuelos o nuestros padres, por lo general las historias de sus infancias implicaban cuidar de hermanos pequeños, ayudar con las tareas de casa, llevar animales a pastar… Estas generaciones han hecho lo imposible por salir adelante y dar una vida mejor a sus hijos, con todo lo que a ellos les faltó. Pese a ser algo encomiable, la idea de «darles lo que ellos no tuvieron» encierra el peligro de acabar siendo excesivamente sobreprotectores.
¿Qué necesitan nuestros hijos? Amor lo primero y principal: besos, abrazos, caricias, cosquillas y carantoñas. Todo aquello que garantice su salud y seguridad le sigue a muy poca distancia: una alimentación saludable, revisiones médicas, vacunas, una buena rutina de sueño… También la educación, tanto la formal (lectura, escritura, matemáticas, conocimiento del medio) como la informal (decir por favor y gracias, hablar sin gritar, conocer sus emociones…).
A partir de aquí, las prioridades las decide cada cual, pero desde RB Psicòlegs apostamos por la autonomía. ¿Por qué? Porque un niño autónomo es un niño con la autoestima alta, con mayor capacidad para resolver problemas, para tomar decisiones, más seguro de sí mismo…
¿Y cómo podemos hacerlo? Que no les «levantemos del suelo» no quiere decir que no les prestemos atención, simplemente que nos contengamos a la hora de ayudarles. Demos un paso atrás y dejémosles espacio para pensar, buscar soluciones y actuar por sí mismos. Todo esto adaptado a su edad, por supuesto.
En el caso de los niños muy pequeños, a menudo reaccionan más a nosotros que a lo que les ha pasado: si gritamos o la expresión de nuestra cara es de susto o preocupación, contribuimos a que se ponga nervioso y reaccione peor. Intentemos transmitirle calma, preguntando «¿Estás bien?» en lugar de opciones más negativas como «¡Ay, pobrecito mi niño!».
Con niños más mayores, intentemos evitar decirles lo que tienen que hacer o darles consejos. En lugar de «Pues tú lo que tienes que hacer es…» o el consabido «Te lo dije», optemos por empatizar y preguntarles qué se les ocurre que pueden hacer («¡Vaya, qué mala pata! ¿Y qué has pensado hacer?»). Esto incrementa su capacidad para tomar decisiones y resolver problemas.
Os recomendamos ir poco a poco introduciendo cambios, para que aprender sea más fácil para todos. En RB Psicòlegs podemos ayudaros con la comunicación familiar y la educación emocional. Llamadnos al 622 26 60 40 / 629 97 33 24 y consultadnos vuestras dificultades.