La pérdida de un embarazo en la etapa gestacional o perinatal es una de las experiencias más duras que experimentan las personas que desean ser padres. Independientemente de las circunstancias (si se tienen más hijos, el tiempo de gestación, si ha sido un embarazo ectópico, un aborto espontáneo, motivado por el riesgo para la salud de la madre…), cuando el embarazo se pierde es un drama muy real para nosotras, aunque no hayamos llegado a notar sus movimientos o a verle en una ecografía. Al fin y al cabo, en unos meses habría acabado siendo un bebé en nuestros brazos, incluso aunque el aborto se haya producido pronto en el embarazo.
La mayoría de las mujeres (y muchísimos padres) queremos con locura a nuestros hijos desde el mismo momento en que la prueba sale positiva. Todo nuestro día y todos nuestros pensamientos giran alrededor de lo que hay en nuestro vientre. La pérdida nos deja sin salida para todo el amor que sentíamos por nuestro bebé, y podemos aislarnos, enfadarnos con nosotros mismos, con la pareja, con el hospital…
Es probable que no estés preparada para los sentimientos que se desatan. Dolor, angustia, frustración, vacío, fracaso… son sentimientos comunes en las mujeres que han experimentado esta pérdida. A veces incluso nos culpamos de lo que ha pasado, pensando que hay algo que no hemos hecho bien. Lo primero que deberías hacer es quitarte la culpa de encima: lo que ha pasado es mala suerte. No hay nada que hayas hecho mal, de hecho en la mayoría de los abortos espontáneos no llega a saberse la causa de la pérdida. En cuanto a los sentimientos que se dan, incluso que sientas envidia por otras embarazadas o madres recientes no te convierten en mala persona. Es normal que te sientas así. Generalmente es una envidia sana y no deseas ningún mal a los demás. Sólo te gustaría ser una de ellos y no entiendes por qué te ha tocado a ti pasar por lo que estás pasando. Acepta que tienes derecho a tener esos sentimientos. Nos sentimos como nos sentimos y punto. Déjalos fluir y habla de ello, te hará sentir mejor que dejarlos guardados dentro.
En un aborto también se pasa un duelo, aunque muchos no consideren que se nos ha muerto alguien. Como cualquier duelo, pasamos por distintas fases, como pueden ser la incredulidad, la negación, la rabia, la desesperanza… y con el tiempo aceptamos lo ocurrido y continuamos adelante. Recordaremos siempre con tristeza ese hijo que se fue demasiado pronto, y es posible que sigamos pensando en él en los aniversarios de la pérdida y de la fecha probable de parto, que a veces miremos a nuestros hijos pensando en el que no llegamos a conocer…
Date tiempo para elaborar tu duelo. Puede que al principio estés en shock y no acabes de hacerte a la idea de lo que ha pasado y cómo te ha afectado. No te asustes si la pena o el sufrimiento es mayor incluso de lo que pensaste que sería inicialmente, como decíamos tenemos derecho a sentirnos como sea que nos sintamos, no te compares, no quieras saltar etapas, no quieras aceptar lo que te dice la lógica si no lo sientes así… Sentimientos muy intensos son normales en estas circunstancias.
En cuanto a tus familiares y amigos (y a veces también tu pareja), en ocasiones te dicen cosas con buena intención pero sin pensar que a ti puedan hacerte daño. Aunque tengan razón, la lógica no nos ayuda ni nos consuela, porque ya lo sabemos, somos capaces de pensarlo por nosotras mismas. Mucha gente nos anima a volver a intentarlo como si no hubiera pasado nada, nos dicen que mejor porque eso es que venía mal, que total ya tenemos un hijo… o peor, nos ven mal y piensan que exageramos. Para el que no lo ha pasado puede ser difícil de entender, y es posible que no encuentres apoyo suficiente.
A los que sean importantes en tu vida, explícales cómo te sientes. No discutas, sólo cuéntales que estás muy triste con toda la situación, que te ha afectado mucho y que sigues pasándolo mal, y que te gustaría que te apoyaran más. Sin reproches, simplemente explicando lo que sientes y lo que necesitas. A los que no sean importantes, apártate de ellos si no pueden aportarte nada bueno.
No hay una fecha mágica a partir de la cual empiece a doler menos, ya que cada mujer es diferente. Pueden ser días, semanas o algunos meses. A veces incluso puede afectar a un embarazo posterior, haciéndonos sentir mucho miedo de volver a pasar por ello y no dejándonos vivir el embarazo con tranquilidad y alegría. Si esa tristeza es muy intensa y muy duradera, impidiéndonos disfrutar de la vida e incluso desempeñar con normalidad nuestro trabajo y demás tareas cotidianas, sería el momento de buscar la ayuda de un profesional que nos ayude a superarlo.