Archivo mensual: enero 2013

Después de un aborto

Imagen: embarazo10.com

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La pérdida de un embarazo en la etapa gestacional o perinatal es una de las experiencias más duras que experimentan las personas que desean ser padres. Independientemente de las circunstancias (si se tienen más hijos, el tiempo de gestación, si ha sido un embarazo ectópico, un aborto espontáneo, motivado por el riesgo para la salud de la madre…), cuando el embarazo se pierde es un drama muy real para nosotras, aunque no hayamos llegado a notar sus movimientos o a verle en una ecografía. Al fin y al cabo, en unos meses habría acabado siendo un bebé en nuestros brazos, incluso aunque el aborto se haya producido pronto en el embarazo.

La mayoría de las mujeres (y muchísimos padres) queremos con locura a nuestros hijos desde el mismo momento en que la prueba sale positiva. Todo nuestro día y todos nuestros pensamientos giran alrededor de lo que hay en nuestro vientre. La pérdida nos deja sin salida para todo el amor que sentíamos por nuestro bebé, y podemos aislarnos, enfadarnos con nosotros mismos, con la pareja, con el hospital…

Es probable que no estés preparada para los sentimientos que se desatan. Dolor, angustia, frustración, vacío, fracaso… son sentimientos comunes en las mujeres que han experimentado esta pérdida. A veces incluso nos culpamos de lo que ha pasado, pensando que hay algo que no hemos hecho bien. Lo primero que deberías hacer es quitarte la culpa de encima: lo que ha pasado es mala suerte. No hay nada que hayas hecho mal, de hecho en la mayoría de los abortos espontáneos no llega a saberse la causa de la pérdida. En cuanto a los sentimientos que se dan, incluso que sientas envidia por otras embarazadas o madres recientes no te convierten en mala persona. Es normal que te sientas así. Generalmente es una envidia sana y no deseas ningún mal a los demás. Sólo te gustaría ser una de ellos y no entiendes por qué te ha tocado a ti pasar por lo que estás pasando. Acepta que tienes derecho a tener esos sentimientos. Nos sentimos como nos sentimos y punto. Déjalos fluir y habla de ello, te hará sentir mejor que dejarlos guardados dentro.

En un aborto también se pasa un duelo, aunque muchos no consideren que se nos ha muerto alguien. Como cualquier duelo, pasamos por distintas fases, como pueden ser la incredulidad, la negación, la rabia, la desesperanza… y con el tiempo aceptamos lo ocurrido y continuamos adelante. Recordaremos siempre con tristeza ese hijo que se fue demasiado pronto, y es posible que sigamos pensando en él en los aniversarios de la pérdida y de la fecha probable de parto, que a veces miremos a nuestros hijos pensando en el que no llegamos a conocer…

Date tiempo para elaborar tu duelo. Puede que al principio estés en shock y no acabes de hacerte a la idea de lo que ha pasado y cómo te ha afectado. No te asustes si la pena o el sufrimiento es mayor incluso de lo que pensaste que sería inicialmente, como decíamos tenemos derecho a sentirnos como sea que nos sintamos, no te compares, no quieras saltar etapas, no quieras aceptar lo que te dice la lógica si no lo sientes así… Sentimientos muy intensos son normales en estas circunstancias.

En cuanto a tus familiares y amigos (y a veces también tu pareja), en ocasiones te dicen cosas con buena intención pero sin pensar que a ti puedan hacerte daño. Aunque tengan razón, la lógica no nos ayuda ni nos consuela, porque ya lo sabemos, somos capaces de pensarlo por nosotras mismas. Mucha gente nos anima a volver a intentarlo como si no hubiera pasado nada, nos dicen que mejor porque eso es que venía mal, que total ya tenemos un hijo… o peor, nos ven mal y piensan que exageramos. Para el que no lo ha pasado puede ser difícil de entender, y es posible que no encuentres apoyo suficiente.

A los que sean importantes en tu vida, explícales cómo te sientes. No discutas, sólo cuéntales que estás muy triste con toda la situación, que te ha afectado mucho y que sigues pasándolo mal, y que te gustaría que te apoyaran más. Sin reproches, simplemente explicando lo que sientes y lo que necesitas. A los que no sean importantes, apártate de ellos si no pueden aportarte nada bueno.

No hay una fecha mágica a partir de la cual empiece a doler menos, ya que cada mujer es diferente. Pueden ser días, semanas o algunos meses. A veces incluso puede afectar a un embarazo posterior, haciéndonos sentir mucho miedo de volver a pasar por ello y no dejándonos vivir el embarazo con tranquilidad y alegría. Si esa tristeza es muy intensa y muy duradera, impidiéndonos disfrutar de la vida e incluso desempeñar con normalidad nuestro trabajo y demás tareas cotidianas, sería el momento de buscar la ayuda de un profesional que nos ayude a superarlo.

Los celos

Celos, de Edvard Munch (fuente: edvard-munch.com)

Celos, de Edvard Munch (fuente: edvard-munch.com)

En una relación de pareja, los celos son la creencia de que la otra persona es de alguna manera nuestra, de forma que cualquier atención dada o recibida por nuestra pareja de parte de otro hace que salten las alarmas y nos sintamos amenazados.

Muchos piensan que los celos son absolutamente normales e incluso deseables, ya que serían una señal de lo que le importamos a nuestra pareja. A más celos, mayor amor y pasión. En el momento en el que el otro va dejando de sentir celos, es porque deja de importarle con quien vamos.

En realidad hay personas más y menos celosas, y a menudo los celos están relacionados con el nivel de seguridad y autoestima que poseemos. A todos nos gusta que nos presten atención y nos den cariño. Forma parte de nuestro mecanismo de supervivencia cuando nacemos, ya que nos garantiza la protección y los cuidados de nuestros padres. Cuando pensamos que el vínculo que nos une a nuestra pareja está amenazado y podemos quedarnos sin esa atención, es normal sentir celos. Pero también influye la confianza que tenemos en que nuestra pareja quiera estar con nosotros, lo que nos valoramos frente a los demás, si pensamos que nuestra pareja nos necesita más que nosotros a él, nuestro historial amoroso- tanto si nos han traicionado como si nosotros mismos lo hemos hecho…

La mayor parte de lo que nos hace sentir celosos está en nuestra cabeza y no en las acciones de los demás. Podemos tener control sobre nuestros celos, confiando en nuestra pareja, en que está con nosotros porque desea hacerlo y porque merecemos la pena. Como decíamos al principio, mucha gente cree que es deseable cierto nivel de celos por parte del otro, y algún comentario puntual puede resultar incluso atractivo para dar algo de chispa a la relación. Pero el exceso de control produce el efecto contrario, puede resultar asfixiante y acabar por estropear la relación. Si creemos que el tema se nos escapa de las manos, que nos angustia en exceso, nos impide actuar de forma racional, y nos lleva a buscar constantemente pruebas de que el otro nos es infiel cuando no tenemos ningún indicio que nos haga sospechar, es el momento de buscar ayuda.

La teoría de la autoeficacia

Imagen: elclubdelautodidacta.com

Imagen: elclubdelautodidacta.com

Albert Bandura es un psicólogo ucraniano-canadiense nacido en 1925. En 1986, elabora la Teoría Social Cognitiva, referente a la regulación de la motivación y la acción humanas, que implicaría tres tipos de expectativas: las expectativas de situación-resultado, las expectativas de acción-resultado y la autoeficacia percibida. Nosotros vamos a quedarnos con la parte de la teoría de la autoeficacia.

Bandura define las expectativas como «la evaluación subjetiva de la probabilidad de alcanzar una meta concreta», es decir, el análisis que hacemos de un objetivo para saber si seremos capaces de conseguirlo. Distingue entre dos tipos de expectativas: las expectativas de resultado y las expectativas de eficacia.

Las expectativas de resultado consisten en nuestra valoración de si una conducta concreta producirá el resultado deseado. Por ejemplo, podemos plantearnos hacer media hora de ejercicio diario para bajar de peso.

En cambio, las expectativas de eficacia dependen de nuestra creencia de que poseemos la capacidad necesaria para obtener nuestro objetivo. Siguiendo el ejemplo anterior, si seremos capaces de dedicar esa media hora diaria a hacer ejercicio y así bajar de peso.

¿Qué factores influyen a la hora de crear nuestras expectativas de autoeficacia? El principal es nuestra experiencia previa, que depende de nuestros éxitos y fracasos anteriores (los éxitos hacen subir las expectativas y los fracasos las hacen bajar, aunque también depende de cómo los procesemos, ya que los fracasos nos permiten aprender y también pueden servirnos para subirlas). Después encontramos la experiencia vicaria, que es la de nuestros conocidos («si fulanito ha podido hacerlo, yo también»). También cuenta la persuasión verbal, que sería la opinión de los demás sobre nuestra capacidad y los ánimos que nos dan. Finalmente, el factor que menos influye es nuestro estado fisiológico general, puesto que si nos encontramos cansados o nerviosos seremos más reticentes a iniciar la tarea.

Esta teoría es importante a la hora de entender cómo andamos de motivación a la hora de emprender un proyecto. Si nuestras expectativas de autoeficacia y de resultado son altas, estaremos contentos y motivados. Si ambas están bajas, estaremos apáticos y desmotivados, y es probable que recurramos a la procrastinación. Si nuestras expectativas de eficacia son altas pero las de resultado son bajas, nos enfadaremos y estaremos frustrados. Y si son las expectativas de resultado las que son altas, pero las de autoeficacia son bajas, estaremos tristes y con la autoestima por los suelos.

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Una revisión de nuestra experiencia previa, analizar errores cometidos con anterioridad, buscar a alguien que nos ayude a empezar o que nos acompañe en la tarea… puede mejorar nuestras expectativas tanto de autoeficacia como de resultado, y motivarnos para conseguir nuestros objetivos.

El coaching

Imagen: cafelogos.wordpress.com

Imagen: Cafelogos.wordpress.com

En los últimos tiempos ha aparecido la figura del coach en multitud de contextos, convirtiéndose en un término bastante popular. A pesar de todo, queremos explicar un poquito en qué consiste.

Coaching deriva del término inglés coach, que significa entrenar. El coach (entrenador) prepara al coachee (pupilo) para que mejore su rendimiento en aquellas áreas que éste último haya solicitado y pueda sacar más partido a su potencial. No hay una formación específica para ser coach, pero generalmente se trata de un profesional (no necesariamente un psicólogo) experto en el área específica (empresarial, educativa, deportiva…) que ha realizado algún curso de los que se ofertan para trabajar como coach.

Así pues, un coach trabaja con personas que no tienen ningún trastorno, pero que necesitan ayuda con algún objetivo personal o profesional, como dejar de fumar, adelgazar, gestionar mejor su día a día, conseguir un empleo mejor… El coach puede aportar tanto sus conocimientos y experiencia en el área concreta (como pueden ser los perfiles profesionales que buscan las empresas, prepararle para la entrevista de trabajo…), como conocimientos sobre crecimiento personal (motivación, autoestima, hablar en público…), así como una visión objetiva del coachee, de forma que pueda valorar la meta propuesta y crear una planificación realista para conseguirla.

Muchas veces no sacamos el rendimiento suficiente a nuestras cualidades porque no sabemos que las poseemos, y no pulimos algunos errores porque no somos conscientes de ellos. Otras veces nos estancamos en situaciones que no nos hacen felices porque no sabemos por donde empezar a cambiar. También hay objetivos que se nos resisten porque no sabemos gestionar correctamente nuestro tiempo y/o nuestros recursos. El coaching puede ser una inversión de tiempo y dinero muy beneficiosa en nuestra vida personal y profesional.

Las inteligencias múltiples

Imagen: Instituto Tecnológico de Sonora

Imagen: Instituto Tecnológico de Sonora

La teoría de las inteligencias múltiples fue desarrollada por el psicólogo Howard Gardner en 1983. Según este autor, la inteligencia puede dividirse en diversos tipos. Originalmente distinguió siete tipos, aunque él mismo y otros autores han propuesto hasta un total de nueve, que describiremos muy brevemente:

Inteligencia lingüística- Es la inteligencia relacionada con la lectura, la escritura, la expresión verbal, el aprendizaje de idiomas… Es una de las inteligencias consideradas «académicas», ya que permite a los que la poseen obtener buenos resultados en el colegio, y también de las pocas que se pueden identificar y medir en los tests de inteligencia.

Inteligencia lógico-matemática- Es la inteligencia relacionada con las habilidades matemáticas, los razonamientos lógicos, las abstracciones… Es otra de las «inteligencias académicas» y, al igual que la inteligencia lingüística,  también es cuantificable mediante tests de inteligencia.

Inteligencia musical- Las personas con inteligencia musical son capaces de entender y crear música gracias a una especial sensibilidad para los sonidos, los tonos, el ritmo…

Inteligencia visuo-espacial- Tiene que ver con la capacidad para percibir y relacionar los espacios y los objetos situados en ellos, de forma que puedan recrearse mentalmente. Arquitectos, pintores o escultores basarían buena parte de su capacidad en este tipo de inteligencia.

Inteligencia corporal-cinestésica- Está relacionada con la capacidad de controlar los movimientos corporales y de manejar ciertos objetos. Actores, bailarines o deportistas muestran este tipo de inteligencia.

Inteligencia interpersonal- Este tipo de inteligencia se halla en aquellas personas con capacidad para identificar, entender y controlar los sentimientos y las emociones de otros, como pueden ser políticos, profesores o psicólogos.

Inteligencia intrapersonal- Sería complementaria de la anterior, al referirse a las emociones de uno mismo. 

Inteligencia naturalista- Está relacionada con el reconocimiento y la clasificación de animales, plantas, minerales e incluso objetos, de forma que se pueda identificar a qué entorno pertenecen. También con la habilidad para cultivar y cuidar seres vivos. Cocinero, jardinero o geólogo serían buenas profesiones para las personas dotadas de esta inteligencia.

Inteligencia existencial o moral- Ésta es la más discutida de todas las inteligencias propuestas, ya que el propio Gardner no llegó a incluirla «oficialmente», pero valoró la posibilidad de que existiera.

Muchos expertos no están de acuerdo con esta división, por la dificultad de valorarlas por separado o por considerarlas una habilidad más que una inteligencia específica. En cambio, especialmente en el terreno educativo se ha escrito mucho sobre estas categorías, creando metodologías de enseñanza diferentes a las más tradicionales (las de memorizar los ríos de España o hacer veinte multiplicaciones diarias, por ejemplo), y dando lugar al desarrollo de currículo académico en otros campos y a la consideración de que muchos niños pueden ser auténticos genios en ciertas áreas consideradas menores como educación física o música, aunque luego suspendan las mates.

Viendo los terribles datos de fracaso escolar que se dan actualmente, merece mucho la pena buscar alternativas a la docencia tradicional, buscando los puntos fuertes, la motivación por el aprendizaje y la integración en el mundo real de cada alumno, en lugar de la memorización y la repetición hasta el hartazgo que han padecido y padecen muchos estudiantes.

¿Ya has descubierto tu tipo de inteligencia?