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Distorsiones cognitivas: perfeccionismo

Imagen: theodysseyonline.com

Como explicamos en nuestra entrada sobre distorsiones cognitivas, en ocasiones nuestras experiencias o las influencias de nuestro entorno nos llevan a pensar de manera equivocada. Darnos cuenta de este error nos puede ayudar a pensar mejor, y de esta forma sentirnos mejor. Hoy nos ocuparemos de las exigencias y el perfeccionismo.

El perfeccionismo puede dividirse en dos vertientes: la que hacemos sobre nosotros mismos y la que hacemos a los demás, aunque nos centraremos en la autoexigencia. Muchas veces nos marcamos unas metas muy altas, independientemente de nuestras expectativas de autoeficacia. Al exigirnos un rendimiento superior a nuestras capacidades (sea porque no damos más de sí o porque en esos momentos no podemos llegar por alguna circunstancia), nos vamos a frustrar, puede que nos castiguemos con un diálogo interno demasiado duro, que nos sintamos culpables o poco valiosos… El resultado va a ser tener unas emociones negativas y una bajada de autoestima.

¿Cómo reconocemos que estamos siendo demasiado autoexigentes? Las frases suelen estar encabezadas por «tendría que», «debería», «es imperativo», «es necesario», «no puede ser que»… Cuando nos descubramos dirigiéndonos este tipo de mensajes, debemos pararnos a pensar mensajes alternativos, encabezados por «estaría bien», «me gustaría», «sería aconsejable», «sería recomendable»… de forma que expresemos más una sugerencia o una intención que algo inamovible.

Si es algo que ya ha pasado podemos plantearnos el por qué, qué ha pasado que me ha impedido hacer lo que me había propuesto y me resultaba tan imprescindible. Si por la mañana me propuse hacer cinco tareas y sólo he cumplido dos, en lugar de machacarme por lo que no he conseguido, puedo pensar qué me ha surgido o por qué no fue realista plantearme esas cinco tareas para el día. Podemos priorizar las tareas más importantes y plantearnos otras sólo si nos da tiempo, agrupar tareas en función del lugar donde se deben realizar (si haciendo una tarea importante paso cerca del lugar de otra trivial), delegar… y sobre todo recordar que al día siguiente disponemos de otras 24 horas para hacer muchas más cosas.

Si eres demasiado exigente contigo mismo o con los demás, o tus pensamientos no te dejan disfrutar o conseguir tus proyectos, podemos ayudarte. Llámanos a los teléfonos 622 26 60 40 / 629 97 33 24 o escríbenos a rbpsicolegs@gmail.com y te informaremos.

Cuando muere nuestra mascota

Imagen: iowafedhumane.org

El dolor por la pérdida de una mascota suele ir asociada más a menudo con los niños que con los adultos. Tememos que no estén preparados para entenderlo, que les afecte mucho… pero pocas veces nos damos todos el espacio y el tiempo que necesitamos para superar la pérdida.

Los adultos solemos avergonzarnos de mostrar nuestra tristeza en público, especialmente cuando ésta es debida «sólo» a la muerte de nuestro perro, gato u otras mascotas. A menudo nos sentimos incomprendidos, sobre todo por quien no tiene mascotas, por la importancia que le damos a una pérdida semejante, pudiendo escuchar cosas como «ni que se te hubiera muerto un pariente». Precisamente, en muchas ocasiones, la muerte de una mascota se siente de forma más intensa que la de un familiar o amigo.

¿Cómo es posible que duela tanto, siendo «sólo» un animal? Nuestras mascotas pueden llegar a convertirse en nuestros compañeros en muchas actividades, a veces el principal y el más fiel. Su amor es incondicional, sin malos días ni otras preocupaciones que valgan. Dependen enteramente de nosotros, de forma que decisiones como sacrificarlos puede hacernos sentir culpables. Los duelos más complicados suelen ser aquellos en los que se ve más afectado nuestro día a día, en que la pérdida nos resulta más cercana, así que si el vínculo con nuestra mascota era fuerte y estábamos muy apegados es natural que la sintamos más que aquellas que no tenían tanto peso en nuestra vida cotidiana.

No obstante, no solemos dar la importancia que tiene a realizar una despedida «oficial» de nuestra mascota. Las empresas no conceden días libres, los niños no dejan de ir al colegio, ni se acostumbra a realizar algún tipo de ritual que nos permita tomarnos el tiempo de gestionar nuestras emociones en esta situación. Aunque no avisemos a todos nuestros conocidos ni hagamos una ceremonia, podemos pensar alguna manera especial de despedirnos de nuestro compañero, y debemos ser conscientes de que, como toda pérdida, le vamos a echar de menos y las emociones pueden ser intensas y cambiantes durante una temporada. En el caso de los pequeños de la casa, puede que estén más irritables, que su comportamiento empeore, que les cueste concentrarse. Tengamos paciencia, puesto que es un proceso que lleva su tiempo.

Si tras una pérdida te sientes desbordado por las emociones, estancado o te cuesta recuperar la normalidad de tu día a día, llámanos a los teléfonos 622 26 60 40 / 629 97 33 24, o escríbenos a rbpsicolegs@gmail.com y te informaremos.

Las distorsiones cognitivas

Las distorsiones cognitivas son las diferentes maneras en las que pensamos de forma equivocada. No son evidentes en la mayoría de ocasiones, puesto que aparentemente estamos razonando correctamente: las oímos a todas horas en boca de todo el mundo y las enseñamos de padres a hijos, así que es algo muy común.

¿Qué nos lleva a pensar de forma equivocada? La interpretación que hacemos de los hechos, debido a los esquemas mentales que vamos forjando durante los años, con las experiencias, con la influencia de nuestro entorno… Por eso además las heredamos de nuestros padres y las trasmitimos, perpetuándolas.

Aunque creamos que pensamos las cosas, muchas veces no las reflexionamos de verdad, sino que aplicamos uno de estos esquemas a las situaciones. Con ello nuestro cerebro ahorra energía, simplemente relaciona esa situación con otras, y se evita considerar otras posibilidades, otros puntos de vista posibles, otras soluciones.

Así, tenemos una visión más simple, y a menudo más negativa, de las situaciones. Las situaciones no son las que determinan nuestros pensamientos ni nuestras emociones. Cada uno de nosotros, ante la misma situación, puede pensar y sentirse diferente, en función de nuestra experiencia previa. Si aplico los esquemas aprendidos, sin ser consciente de que ese esquema me lleva a una mala interpretación, me veré abocado a una serie de pensamientos y emociones que me va a hacer daño.

Necesitamos conocer esas interpretaciones equivocadas que hacemos, para identificarlas y darnos alternativas más razonadas que nos ayuden a pensar y sentirnos mejor. Algunas de las distorsiones cognitivas más habituales son el perfeccionismo, el razonamiento emocional, el catastrofismo, el pensamiento polarizado, el negativismo, la sobregeneralización, el sesgo confirmatorio, la lectura del pensamiento, la personalización, las etiquetas globales, la atención selectiva y la negación.En próximas entradas las abordaremos de forma más detallada.

Si te cuesta controlar tus pensamientos, si sientes que tu manera de pensar te hacer daño, si te impide crecer o conseguir tus metas… podemos ayudarte. Llámanos al 622 26 60 40 / 629 97 33 24 o escríbenos a rbpsicolegs@gmail.com.

¿Por qué nos resistimos a hacer terapia?

Imagen: willbrattccounselling.com

A pesar de no encontrarse bien anímicamente, de estar estresados, de no conseguir los objetivos, de tener problemas para gestionar la ira, de discutir continuamente con la pareja… muchos siguen sin acudir a un profesional que pueda ayudarle con estos u otros problemas.

¿Qué motivos les llevan a no buscar ayuda? A continuación ofrecemos algunas de las posibles respuestas:

Nos da vergüenza buscar ayuda- Muchos asocian el hecho de acudir al psicólogo con ser débil, como si el hecho de acudir a un profesional implicara darse por vencido y fracasar, o como si no estuviera bien visto que una persona adulta, con formación, un cabeza de familia… haga terapia. En realidad, realizar un tratamiento psicológico lo que denota es una capacidad para encontrar soluciones, de buscar recursos que nos ayuden a lograr el bienestar o las metas que nos hayamos propuesto.

Nos da miedo profundizar en nuestras emociones- Es comprensible, dado que hablar de lo que nos pasa es a menudo doloroso, y preferimos apartarlo de nuestra mente. Pensamos que romperemos a llorar delante de alguien que es un completo extraño, y que éste nos juzgará. Nada más lejos de la verdad, puesto que los psicólogos tenemos entre nuestros principios la aceptación incondicional del paciente, es decir, no juzgamos ni sus emociones ni sus pensamientos ni sus acciones. Sólo ayudamos a que identifiquen qué es lo que les ha llevado a esa situación y damos pautas para salir de ella.

Queremos soluciones rápidas- Sería ideal tener una pastilla que en una sola toma y sin efectos secundarios nos permitiera librarnos de la tristeza, resolver un conflicto familiar, hacernos más resilientes… La terapia lleva tiempo, implica un esfuerzo para cambiar aspectos que a veces llevan arraigados desde hace muchos años, formas erróneas de pensar, conflictos pasados a los que seguimos dando vueltas y un largo etcétera. Hemos de ser conscientes de que llevamos 30, 40 o 50 años pensando, sintiendo y actuando de forma parecida, según los mismos patrones, a menudo heredados de nuestros padres, que lo heredaron de sus padres. Cambiar «el color del cristal» con el que vemos la vida no es fácil, y desde luego no se consigue en una semana. Hay que perseverar, pero los resultados merecen la pena.

No nos parece prioritario- Con tantos gastos como hay en una familia (la hipoteca, el coche, la luz, el agua, la comida, la ropa…), ¿cómo voy a gastar dinero en «ser feliz»? Es cierto que ir al psicólogo no es barato, pero aunque nos cueste ponerlo en la parte alta de las prioridades deberíamos hacerlo. Si no estamos bien con nosotros mismos, si nos encontramos estancados, si todo me irrita… ¿qué beneficio recibe mi familia de ello? Sólo cuando nos sentimos bien, cuando tenemos proyectos e ilusiones, cuando gestiono bien mis emociones… disfrutamos el tiempo en familia y con amigos.

Creemos que «el tiempo lo cura todo»- Si bien el tiempo nos ayuda a poner las cosas en perspectiva, o a rebajar la intensidad de las emociones asociadas a algunas situaciones, no siempre es así. Hay veces que nos estancamos, que seguimos adelante a trancas y barrancas, malviviendo. Otras, no sólo no se mejora, sino que se empeora, como en el caso de los duelos patológicos. 

Pensamos que «somos así» y que no podemos cambiar- Si bien no podemos darnos la vuelta como un calcetín, es posible cambiar. En realidad, muchos de nosotros hemos cambiado mucho a lo largo de nuestra vida, pero han sido cambios en el curso de años, no de un día para otro. Es difícil cambiar nuestro primer impulso, nuestros pensamientos automáticos… pero sí que podemos conocer qué es lo que no nos sirve, lo que nos hace daño, para así reconocerlo y cambiarlo. La conducta es lo más fácil de cambiar, dado que si yo sé que hacer algo me ayuda a conseguir mi propósito, puedo hacerlo. No es sencillo, y a veces es necesaria una buena dosis de fuerza de voluntad, pero a menudo es como un entrenamiento: las primeras veces es difícil, y no nos sale, pero con el tiempo vamos acertando de tanto en tanto, hasta que al final nos resulta muchísimo más natural y lo conseguimos más veces de las que nos sale mal.

Si uno de estos motivos es el que te ha impedido buscar apoyo psicológico, ahora tienes un punto de vista alternativo. Si deseas contactar con nosotros, llámanos a los teléfonos 622 26 60 40 / 629 97 33 24 o escríbenos a rbpsicolegs@gmail.com, e infórmate sobre nuestros servicios.

Oferta en horario de mañana

En RB Psicólegs queremos ayudarte especialmente en esos meses en los que el presupuesto se complica y es más difícil dedicar tiempo y dinero a tu bienestar. Cuando la economía aprieta, acostumbramos a dejar ciertas necesidades en último lugar, a pesar de que cuanto más lo dejamos más difícil acaba siendo la solución. En ese sentido, ir al psicólogo no es muy diferente a ir al dentista: ambas profesiones pertenecen al campo de la salud, y los problemas son más sencillos de resolver cuanto antes acudimos, pero seguimos yendo cuando llegamos al límite. Además, tanto la salud mental como la dental requieren constancia para garantizar su correcto funcionamiento a lo largo de la vida.

Así, si te pones en contacto con nosotros durante el mes de diciembre, te ofrecemos 2×1 en las sesiones que realices en horario matinal (de 9 a 13h): realiza tu primera sesión por 50€, y podrás venir de forma gratuita a la segunda. Esta oferta es aplicable tanto a las terapias de adultos como a las de niños y adolescentes.

Llámanos a los teléfonos 622 26 60 40 / 629 97 33 24, o consúltanos vía whatsapp, o también por correo electrónico en rbpsicolegs@gmail.com para explicarnos tu caso y concertar la primera visita.