La terapia de pareja es un tipo de terapia enfocado a personas que tienen problemas en su convivencia, por comunicación deficiente, por interferencia de sus familias de origen, por incapacidad para organizarse o coordinarse eficazmente, por discrepancias en el trato a los hijos de relaciones anteriores… Incluso hay casos de parejas que acuden antes de iniciar la convivencia o que ya están en trámite de separación, para evitar problemas en el futuro.
Muchas parejas pueden plantearse en un momento u otro realizar terapia de pareja, pero ¿son todas las parejas igual de aptas para recibir terapia de pareja? ¿Se recomienda en todos los casos? ¿En qué casos está desaconsejada?
Las parejas para las que es recomendable acudir a terapia son aquellas que tienen dificultades de comunicación (no se escuchan, discuten continuamente, se insultan…), que tienen desaveniencias (por ejemplo, debidas al reparto de las tareas domésticas o la educación de los hijos), que están insatisfechas con la relación (por desgaste, sienten que el vínculo ya no es tan fuerte como antes, no están contentos con la parte sexual…), se sienten coaccionadas (por celos, por dependencia emocional o económica…), que están pensando en separarse o a punto de formalizar la separación (para prevenir conflictos posteriores, sobretodo si hay hijos comunes).
Las parejas para las que la terapia no se recomienda son aquellas en las que alguno de los miembros tiene una patología grave (lo indicado sería tratar esta patología en primer lugar de forma individual, y en función de la evolución pasar a terapia de pareja), cuando uno de los dos no desea resolver los problemas o hace una valoración muy negativa de la intervención psicológica, en las que se da una situación de maltrato reiterado (psicológico o físico) o abusos, cuando uno de los miembros tiene una relación con otra persona (no puntual sino estable, si no son una pareja no tiene sentido la terapia) o cuando ya están separados (a menos que ésta sea temporal, para tomarse un tiempo de reflexión).